martes, 9 de septiembre de 2008

Para llorar de verdad

Tan libre tan aislado, buscando nada en ningún lado.
Alguien tendió una mano y yo me encadené a esos brazos.

Colgado a sus caderas me fui olvidando de quién era,
me fui quedando a un lado vencido por mi propia guerra.

Me quedé como un cuadro a su pared pegado
que nada tiene que hacer salvo seguir colgado.

Colgado a sus peleas dando la cara ante cualquiera,
dejando mis ideas perdidas tras sus escaleras.

Me quedé como un cuadro a su pared pegado
que nada tiene que hacer salvo seguir colgado.

Quise bajar del marco, buscar mi sitio en otro barco,
pero estaba atrapado, como sobre su piel tatuado.

Me quedé como un cuadro a su pared pegado
que nada tiene que hacer salvo seguir colgado, colgado.



Enrique Urquijo murió una noche, hace ya casi nueve años, en el portal de una casa en el barrio de Malasaña de Madrid; después de varios años de lucha contra la heroína y cuando sus amigos y familiares pensaban que el nacimiento de su hija y el tratamiento para su desintoxicación lograron devolverle su salud.

La letra de esta canción es de Enrique, y ahora quizás ya podéis imaginar lo que para él significaba la palabra "colgado".

3 comentarios:

El Duende Que Camina dijo...

Unos nacen con estrella....

La inmensa mayoría estrellados...

Muy Triste¡¡¡¡

merlin dijo...

Esta foi unha estrela que brilou con luz propia, pero a súa debilidade para asumir a admiración que tiña a xente por él, acabou por destruilo.

Na sua defensa teño que dicir que nos anos 80 o tema da droga era unha moda irresistible para aqueles que vivían a noite, e poucas cousas se sabían das súas nefastas consecuencias.

Moitos artistas conviviron a diario coa miseria da droga, xa que para eles era un mundo paralelo á sus existencia artística.

Hoxe en día hai máis coñecimento e poucos artistas caen en este mundo tan de cheo coma hai 15 ou 20 anos, pero os que xa non están botávolos de menos.

Quédanos os seus recordos, e grazas a moitos, que teñen a ben publicar os videos antigos que teñen na casa en Youtube e similares, podemos volver a revivir temas e actuacións que no seu día marcaban a actualidade.

Espero que vos gustara e que coñecerades a este artista un pouquiño máis.

Saúdos

merlin dijo...

Enrique Urquijo nació el 15 de febrero de 1960 y falleció en el mismo Madrid el 17 de noviembre de 1999. Ya no necesita que nadie le reivindique. Su aura de poeta maldito se agranda día a día. Algunos de los locales donde estrenaba cada noche sus canciones, como el Café del Foro, han cerrado sus puertas, pero músicos como Fito y los Fitipaldis o Quique González siguen cantando “Quiero beber hasta perder el control” u “Hoy la ví”. Su biografía, resumida en más de 300 páginas, supone una vuelta más en la vida del compositor, que pasó la mitad de su existencia sumido en un círculo vicioso que le llevaba de la depresión a las drogas. "Cuando sentía el hormigueo de la desesperación, recurría al alcohol, la heroína, la cocaína o los tranquilizantes (en ocasiones, todo a la vez) para conseguir una especie de muerte efímera".

Extremadamente tímido, Enrique aprendió a usar las canciones como medio de expresión. "Era absolutamente inadaptable a la vida", cuenta en el libro Sabina. "Le llevaba a esto un sentimiento de ser incapaz de comunicarse. Tenía la marca en la cara de la tristeza". A pesar de esa timidez, encontró en el cara a cara con el público su hábitat natural. Tocó en grandes recintos y en garitos minúsculos. Probó todos los formatos posibles: acompañado por una banda de rock (Los Secretos), arropado por instrumentos acústicos (Los Problemas) y hasta se subió al escenario formando dúo con la acordeonista Begoña Larrañaga.

Enrique Urquijo falleció a los 39 años, abandonado en el portal de la calle Espíritu Santo, 23 del barrio de Malasaña. En las horas previas a su muerte, Pía, su novia, fue a buscarle en un par de ocasiones a la casa del camello donde se había recluido tras abandonar la clínica donde estaba ingresado. Era el punto final de una pesadilla que se inició 20 años antes. "Enrique y sus hermanos empezaron a probar las drogas en 1981. La heroína había entrado con fuerza en toda la comunidad de músicos a mediados de los años setenta, y dentro del círculo de la nueva ola estaba a la orden del día", cuenta Miguel A. Bargueño. "Había caballo en todas las fiestas. Si eras músico y no te metías, es como si fueras gilipollas".

A principios del invierno de 1983, Enrique se propuso desengancharse. En esos días el consumo de jaco se había disparado. Los debates sobre la droga se sucedían desde las tribunas políticas hasta el cine, y para la medicina la ayuda a los toxicómanos era un campo de pruebas. Enrique empezó un peregrinaje por consultas de psiquiatras que no sabían cómo solucionar un problema nuevo. La vida de Enrique y la de las personas que le amaban se convertiría en un túnel en el que la fama no ayudó.


"Si acaso no vuelvo a verte
olvida que te hice sufrir
no quiero si desaparezco
que nadie recuerde quien fui "